El alcohol y el tabaco suponen un riesgo grave para la salud y ambos son dos factores de riesgo para muchas enfermedades que incluso pueden ocasionar el fallecimiento de los pacientes y consumidores de estas sustancias. En el caso del alcohol los estudios científicos son contundentes. Confirman que el consumo de alcohol, aunque sea reducido, aumenta el riesgo de algunas enfermedades y ciertos tipos de cáncer, como el colorrectal, de mama, faringe, esófago, boca e hígado.
En 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un documento donde apuntaba que el alcohol es perjudicial para el sistema cardiovascular. Por otro lado, la Comisión Europea también advierte que la ingesta moderada de alcohol aumenta a largo plazo el riesgo de sufrir cardiopatías.
La publicación científica British Medical Journal, en una revisión de la literatura científica, evaluó 56 estudios epidemiológicos para afirmar que el alcohol incrementa el peligro de experimentar eventos coronarios en todos los consumidores, incluso en los que lo hacen en menor medida. Además de producir miles de muertes en el mundo, está probado que su bajo consumo no genera beneficios netos en la mortalidad si se compara con la abstinencia o su ingesta ocasional.
Por su parte, el tabaco es una droga estimulante del sistema nervioso central y uno de sus componentes, la nicotina, tiene una capacidad adictiva enorme, precisamente es la causa de que su consumo produzca dependencia. Durante la combustión del tabaco se originan más de 4.000 productos tóxicos diferentes. Entre ellos destacan los alquitranes, que son responsables de distintos tipos de cáncer; el monóxido de carbono, que favorece las enfermedades cardiovasculares; o irritantes, responsables de enfermedades respiratorias como la bronquitis crónica y el enfisema pulmonar.
Respecto a la nicotina, como causante de la dependencia al tabaco, tiene una vida media aproximada de dos horas, pero a medida que disminuye su concentración en sangre, se incrementa el deseo de fumar. En la actualidad, todas las adicciones son consideradas como una enfermedad que requiere un tratamiento multidisciplinar y personalizado.
Ante cualquier problema relacionado con las adicciones se aconseja acudir a un centro de tratamiento específico directamente, o bien solicitar ayuda a los profesionales de atención primaria que evaluarán cada caso y derivarán al centro que proceda. España posee una amplia red pública de centros ambulatorios de tratamiento, distribuidos por todas las Comunidades Autónomas, que a su vez se complementan con recursos socio sanitarios de inserción social y laboral.
Alcohol y tabaco en menores
Los casos de jóvenes que requieren los servicios de urgencias del sistema sanitario a consecuencia del consumo de drogas alertan normalmente por su gravedad. Sin embargo, los especialistas apuestan por poner también el foco de atención en aquellos problemas de salud más leves que en muchas ocasiones pasan desapercibidos al no requerir de atención médica de urgencia.
Según la última Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España realizada a estudiantes de 14 a 18 años, la edad media de inicio al consumo de tabaco se retarda hasta los 14 años (14,1 años, concretamente), lo que supone un retraso progresivo de un año en el primer contacto con esta sustancia, que en 2006 se situaba en los 13,1 años.
Esta tendencia positiva varía en el caso de los hipnosedantes (con o sin receta), cuya edad de inicio en el consumo ha caído ligeramente hasta los 13,7 años, continuando así el descenso iniciado en 2012. El consumo de cannabis comienza, por término medio, a los 14,8 años; el de cocaína y anfetaminas a los 15,1 años y el de éxtasis a los 15,2 (todo ello referido a aquellos adolescentes que comienzan a consumir en las edades incluidas en la encuesta).
De manera global, los datos de ESTUDES 2016-2017 confirman que las drogas consumidas por un mayor porcentaje de estudiantes, en los últimos doce meses, siguen siendo las de lícito comercio entre mayores de edad. En primer lugar, el alcohol (75,6%) y en segundo lugar el tabaco (34,7%). El cannabis se sitúa en tercer lugar -primera droga ilegal- con una prevalencia (proporción de población que lo consume) del 26,3%, seguido de los hipnosedantes (con y sin receta), que alcanzan el 11,6%.
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